Desde hace muchos años, el
calendario vacunal de la sanidad pública española, no ha tenido objeción
alguna.
Tradicionalmente,
se nos vacunaba contra todo lo que se pudiera, ya que han sido muchísimas las
muertes que enfermedades como el tétanos, la difteria, la rubeola, el
sarampión,..han provocado en el mundo. El hecho del descubrimiento de las
vacunas contra estas enfermedades, no solo supuso un enorme avance sanitario,
sino que permitió que se pararan epidemias mundiales de enfermedades graves.
Vamos a empezar primero conociendo ¿cómo se hacen las vacunas?
Las
vacunas se hacen con los virus o bacterias que causan las enfermedades, pero en
una manera que no dañe a los humanos. Al contrario, estos virus o bacterias
están debilitados o parcialmente modificados, de forma que hacen que el sistema
inmunológico de las personas desarrolle anticuerpos, defensores, contra la
enfermedad que estos mismos producen.
Una vez que se determina
la forma en que se modificará a los virus y bacterias, las vacunas se crean
mediante un proceso de tres pasos:
1. Se genera un
antígeno. Para que nos entendamos, el antígeno es el elemento extraño que
nos provocará la enfermedad y que al entrar en nuestro cuerpo, nuestro sistema
inmunitario lo reconocen como una amenaza y fabrican una defensa contra él.
Este elemento fabricado para defendernos contra el antígeno que ha entrado
desde fuera, se llama anticuerpo y es lo que siempre permanecerá en nuestra
sangre para que no suframos nunca esa enfermedad. Si el antígeno es de un virus
se cultivan en células primarias (por ejemplo, la vacuna contra la influenza se
cultiva en huevos de gallina) o en líneas de células continuas (por ejemplo,
células humanas cultivadas para la vacuna de hepatitis b); las bacterias se
cultivan en bioreactores.
2. Se aísla el antígeno
de las células que se usaron para crearlo.
3. La vacuna se hace al
añadir al antígeno adyuvantes, estabilizadores y preservativos. Los
adyuvantes incrementan la respuesta inmunológica del antígeno, los
estabilizadores aumentan la duración de la vacuna y los preservativos permiten
el uso de ampollas con varias dosis.
Es importante recordar que las vacunas se someten a rigurosas pruebas de seguridad antes de que la FDA las apruebe, y que se les hace seguimiento continuo sobre su seguridad. El proceso de producción de vacunas involucra varias fases de pruebas financiadas por los fabricantes durante muchos años, para garantizar que su aplicación sea segura . También se estudian las vacunas para administrarlas en grupo, a fin de que trabajen en conjunto para proteger a la población.
Una vez conocido cuál es
el proceso que nos lleva a obtener una vacuna, nos preguntamos por qué
últimamente existe una corriente que no recomienda las vacunaciones.
Todas las enfermedades
como sarampión, rubeola, varicela, gripe,… pueden ser mortales, no son
enfermedades banales. Las vacunas salvan tres millones de vidas infantiles al
año, mientras que dos millones de niños mueren al año por enfermedades
inmunoprevenibles, es decir, que podrían haberse evitado con una inmunización
previa.
Algunas de las razones que
nos dan aquellos que defienden una inmunidad natural son las siguientes:
-La vacuna triple vírica o
MMR (contra sarampión, paperas y rubeola) provoca autismo. Esto no es cierto, ha
sido investigado en numerosas ocasiones.
-Aluden que el timerosal
en las vacunas causa autismo y no es así, además, desde 2001 la
mayoría de las vacunas no lo contiene.
-También dicen que el
aluminio en las vacunas puede ser peligroso, pero los niños consumen más
aluminio en la leche materna
que con las
vacunas y, además, se necesitan niveles muy elevados para causar
algún daño.
-Otra cuestión es que
dicen que si otros niños están vacunados, los suyos no lo necesitan, pero esto
es perjudicial para todos, porque las vacunas no siempre son cien por cien
efectivas, por lo que es posible que un niño vacunado se contagie si está expuesto
a la enfermedad. Pero además, hay algunas personas que no pueden vacunarse
porque son inmunodeficientes, o porque son alérgicas a algún componente. Esa
gente depende de la inmunidad
colectiva para su protección. Las personas que deciden no vacunar a
sus hijos frente a enfermedades infecciosas no solo están arriesgando la salud
de sus hijos, sino también la de otros niños.
-Los remedios naturales
aseguran que son más efectivos que las vacunas y tiene menos efectos
secundarios, pero esto no es del todo cierto.
Lo cierto es que las vacunas son uno de nuestros mayores logros en sanidad, y una de las cosas más importantes que puedes hacer para proteger a tu hijo.
Las evidencias científicas de que las vacunas son
efectivas, están ahí, si el virus o la bacteria están en el ambiente, nos
infectará y las consecuencias a nivel médico no se pueden paliar de igual
manera si estamos vacunados que si no. Por esta razón, creo que debemos confiar
en la ciencia médica con resultados reales y dejar a un lado las modas del
momento.
No tengáis miedo en
vacunar a vuestros hijos, esto será un seguro de salud para su futuro y una
defensa extra que les ayudará para siempre.
Cristina López-Casero Beltrán